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Felipe García Quintero.
Foto: William Abella.
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Por: William Abella
William Abella Herrera: Felipe, quienes hemos estado cerca de su trabajo literario notamos una evolución de su poesía que se sintetiza en la antología poética “Horizonte de perros”. Cuéntenos un poco de esa evolución.
Felipe García Quintero: Este libro antológico reúne poemas escritos a partir de 1994, quizá 93 y algunas cosas del año 2000. En términos generales recoge la producción de un par de años la cual se ha concretado en tres libros, en tres títulos con autonomía editorial y temática, y en una serie de colecciones antológicas o selección personal de poemas del cual “Horizonte de perros” forma parte. Sería como un tercer título antológico.
Digamos que mis orígenes en la poesía se establecen a través de la escritura de un libro que nunca publiqué en forma individual, sino que he incorporado esos poemas a estas muestras antológicas, y del cual Vida de nadie se constituye quizá en el primer titulo; un libro en el que considero que hay algo que decir, una voz y un estilo quizá personales y en particular una temática propia. Eso ocurrió en el año 99.
Luego en el año 2001 escribo un libro distinto del primero en términos temáticos y también en términos formales; la escritura de los poemas es diferente y lleva por título Piedra vacía. Es un libro de carácter reflexivo, quizá filosófico que tiene como eje temático el lenguaje, la escritura y la conciencia de esos actos en términos de una autoreferencialidad, una técnica meta - poética.
El tercer libro intenta abrirse paso de otra manera hacia un tema esbozado ya en Piedra vacía pero que no había desarrollado de una forma total como en el libro La herida del comienzo; una reflexión plural del asunto de la escritura encarnado en un fenómeno social, digamos pensar la violencia pensar la tensión.
Esos son - a grandes rasgos - los ejes temáticos de los tres libros. Y qué incorporaría de nuevo Horizonte de perros. Siempre he considerado que este tipo de libros no es solamente una selección personal de poemas sino un orden decantado de lo que uno quisiera haber publicado o haber escrito de una manera unitaria y definitiva. Entonces Horizonte de perros recoge esa muestra de casi diez años de escritura de poemas y de todos modos respeta el orden cronológico en el cual fueron editados y toma de esos libros solamente los subtítulos, las partes interiores para darle orden a ese corpus, de tal suerte que en este libro encontramos cerca de siete, ocho partes y otros fragmentos, que dada su diversidad creo que mantienen un eje común.
Cuando se habla de una antología poética se piensa que se hace para un poeta ya anciano o fallecido. Felipe está cerca de los 33 años, por eso pregunto: ¿qué significa para Felipe García Quintero que se publique una Antología de su obra cuando es tan joven?
Es cierto, la tradición literaria establece que las antologías son de trabajos consolidados, de obras maduras, no de trabajos en marcha como éste y digamos que allí habría una actitud desacralizadora de esa tradición. Pero también se apoya en algo que me parece que es perfectamente legítimo y es que dada las carencias editoriales que poseemos, la publicación de un libro no significa ni mucho menos garantiza el conocimiento de una obra, en particular en un género como la poesía que carece de lectores y el mercado editorial es casi nulo.
De tal suerte que dada la opción editorial que se nos presentó a Francisco Gómez y a mí de publicar un libro, en el caso de él un título nuevo, en el caso mío una selección de poemas, pensé en aprovecharla para presentar una muestra amplia y más o menos completa de mi trabajo literario y no reeditar o publicar uno nuevo. Esto en virtud de querer difundir mejor ese trabajo de estos años que comento y no dar a conocer un nuevo título que generalmente son obras que pasan desapercibidas, porque son muy pocos los lectores y quizá es el mismo público escritor o los mismos poetas quienes se configuran en la comunidad como receptores de estos trabajos y no el gran público ni las grandes masas.
Creo también que estas muestras personales son como ese libro que quisimos escribir de una vez y para siempre, pero no lo logramos. Entonces ya decantado a través de los años ese paso, podemos tener como una mirada más objetiva, quizá más valorativa de lo que se ha hecho y poder seleccionar en términos personales eso que quisimos haber escrito de una vez y para siempre.
El título del libro, “Horizonte de perros”, recoge unos versos de García Lorca y como tal es un homenaje al poeta español, pero también es un reflejo de un momento de tu vida. ¿A qué viene el título de esta antología?
Sí, efectivamente obedece a esas dos razones que comentas. Es tomado de uno de los romances de García Lorca y por ende se constituye en un homenaje a un poeta que considero tutelar de la tradición española, de la poesía del siglo XX. Recordemos que esa tradición española, sobre todo de la tradición literaria andaluza, es festiva con respecto a la muerte. También es una actitud luctuosa, por supuesto trágica, pero lo que quiero señalar es que es un enfrentamiento del hombre frente a eso desconocido que es la muerte. Y Lorca fue uno de los poetas que supo nombrarla, que supo cantarle a la muerte. Son, efectivamente, los poetas españoles los poetas de la muerte en el sentido de la temporalidad. Pensemos en Quevedo, en Manrique, en el propio Antonio Machado y por supuesto en García Lorca.
En esa medida este libro y su título tomado de un verso de ese romance, da cuenta de una actitud, de una visión, de un pensamiento también sobre la vida. El hecho es que mis libros se han caracterizado por llevar títulos fuertes, digamos que contienen tensión porque uno de los temas que desarrollo es el conflicto, bien sea del hombre que escribe y tiene problemas con su escritura, del hombre que vive y tiene problemas con la vida o del hombre que problematiza su rol social.
En ese sentido establecería entonces que cada acto humano es un acto de sobrevivencia y resultado de esa sobrevivencia son las luchas, los combates, las batallas personales frente a fantasmas, enemigos invisibles, frente a demonios personales, y creería que Horizonte de perros da cuenta un poco de esa mirada lejana, de todos modos próxima, sobre lo que significa esa condición mortal. Me parece que también el título revela una condición desolada, una condición de ruina, de fracaso si se quiere, pero no de derrota total en la actitud misma de vivir, y me gusta la serenidad, la fuerza y quizá la violencia misma de ese verso que tomo prestado del poema de Lorca.
¿Cómo es atravesado el trabajo poético de Felipe García por sus vivencias personales?
Mi poesía tiene unos rasgos autobiográficos marcados por circunstancias específicas, pero trato que desborde el plano meramente personal para que pueda comunicar algo más que una historia de un hombre que quizás no pueda interesar. Cuando te refieres a las ausencias y a los abandonos pensaría que el tema de la orfandad tiene que ver justamente con una tradición milenaria de búsqueda del padre, es un problema ontológico, capital, es un problema de identidad, esencial.
Así mismo, el tema de la muerte ha alimentado toda la tradición occidental y oriental de la literatura. Entonces no es nada nuevo, al contrario se instala en esos hitos de búsqueda que el hombre ha tenido a través de la historia y que de igual modo se cuentan con un matiz subjetivo.
Yo empecé escribiendo una poesía eminentemente sensible, eminentemente emocional, eminentemente personal y he tratado en los libros posteriores a Vida de nadie de hacer una poesía más reflexiva, de tono filosófico, de tono meditativo, que busca generar reflexión del hecho creador como tal. Entonces es una poesía que se empieza a separar de esos elementos personales. Ya no hay un yo que habla propiamente, que se pueda identificar con el autor, sino que hay una voz que habla, pero esa voz puede ser de cualquiera de las personas que está leyendo o escuchando el poema.
Uno de sus intereses son las múltiples lecturas de Popayán. En sus ensayos se tratan estos temas, pero en su poesía ¿cuánto de la ciudad hay?
El tema Popayán es un tema académico que me apasiona y comparto con esta ciudad dos sentimientos antagónicos pero complementarios: un profundo amor por Popayán y un profundo rechazo por ciertas características y ciertos rasgos o fenómenos que igual la identifican pero que también hacen que ese amor, esa pasión se instalen en mí.
Popayán es un objeto académico de estudio. Consideraría que es un objeto relativamente inédito, poco explorado en términos de las ciencias sociales. Contrario a ello la literatura ha hecho de Popayán un tema por excelencia y son los poetas en particular quienes la han cantado. Quizás esto se deba a la naturaleza estética, a la vocación idílica que tiene la ciudad y sus orígenes españoles.
De todos modos ese origen fundacional ligado a una vocación de un clima apacible, de un carácter clásico, de una tierra fértil y benéfica, generó una sensibilidad meditativa, una sensibilidad reflexiva e interior que hace que la ciudad evoque y sea un foco de nostalgias y de memorias. Entonces los poetas, en particular Maya y Valencia la han cantado y desde entonces la ciudad se la distingue y se la identifica como una ciudad esencialmente de poetas.
Pero dentro de los estudios urbanos que estamos adelantando encontramos que hay una ciudad distinta. No sólo es esa ciudad hegemónica y homogénea que la tradición literaria consolidó y que el imaginario urbano reconoce, sino que es una ciudad plural, multicultural, diversa y diferente a la ciudad colonial y a la imagen institucional y turística que se imponen a través de ritos tan importantes como Semana Santa.
Entonces, digamos que en este momento establezco que el interés por Popayán es netamente académico, en particular es un interés desde la comunicación social, desde los estudios estéticos, desde los estudios semióticos, desde los imaginarios urbanos, asunto en el cual estamos tratando de formar caminos de investigación que arrojen lecturas distintas a las tradicionales.
Felipe, al leer sus poemas uno se encuentra con una figura literaria poco conocida, el oximoron, la unión de palabras contrarias para generar un significado más profundo. No solo lo vemos en la titulación de sus libros Vida de nadie y Piedra vacía, sino también en sus versos donde hay oximorons de palabras y de frases. ¿Cuál es la intención que buscas al recurrir a esta figura retórica?
Si efectivamente, la definición del oximoron como figura retórica da cuenta de la unión de contrarios, de opuestos que se significan mutuamente, que generaría un encuentro nuevo y novedoso en ese choque de señalar dos cosas que en apariencia o en su superficialidad no se tocarían. Y del oximoron reivindico justamente la posibilidad de una unión, de una reconvención de unos opuestos que están enfrentados. También rescato la tensión y la fuerza verbal que generan.
Me parece que eso es capital dentro de la tradición moderna de la poesía. Esa unión de realidades no visibles sino contrarias, aparentemente antagónicas, pero que vemos que sus polos se atraen en tanto son opuestos. Allí radicaría la tensión y la fuerza expresiva que me interesa comunicar. Ese es el valor, instrumento y recurso del lenguaje del cual he tratado de hacer apropiación.
Hace algunos años con motivo del Premio Internacional de Poesía que obtuvo en España con el libro Vida de nadie, hablamos de la joven poesía colombiana, en la cual se inscribe su trabajo poético. En ese entonces nos contaba que la joven poesía colombiana era corpus etéreo, bastante indefinido diría yo. Hoy, pasado el tiempo, ¿lo sigue siendo?
Bueno, habría que señalar que esa joven poesía colombiana ya no es tan joven en términos en que sus poetas ya estamos sobre los treinta años, una edad definitiva en términos de consolidar un trabajo, sea para continuarlo bien o sea para quedarse allí y no avanzar. Pensaría que ese tiempo ha permitido decantar ciertos valores y en ese sentido ciertas obras y ciertos nombres.
En particular, en la literatura regional, que es la que me interesa comentar ahora, parecería que efectivamente estamos frente a un surgimiento de un camino que se entronca con la tradición pero que tiene unas características muy particulares. Pensaría que la poesía regional tiene unos hitos contrastables en los nombres de Guillermo Valencia, Rafael Maya, Martán Góngora y Gerardo Valencia y dentro de las autoras vivas mencionaríamos a Matilde Espinosa y Gloria Cepeda.
En los años 70s y 80s surge una propuesta interesante que lastimosamente no consolidó autores pero que como movimiento es valioso. Me refiero a la Rueda, un grupo de amigos escritores y poetas que fundaron una revista que tenía este nombre y que en algún momento actuó como taller literario.
Digamos que la actitud iconoclasta de la Rueda se constituye en el primer antecedente de ciertas rebeldías y, sobre todo, de separaciones estéticas de ese canon regional. Después, en los 90, sin conocer esa experiencia propiamente y gracias también al magisterio de Giovanny Quesset, se consolida una propuesta distinta. A eso el librero, filósofo y ahora escritor, Omar Lasso, ha titulado la Generación Posterremoto, tomando la fecha del año 83 como un símbolo de transición de un antes y un después que se está configurando y del cual tampoco podemos dar cuenta final porque – insisto – son obras en marcha, trabajos en desarrollo. No obstante, ya se encuentran nombres como Carlos Illera y Francisco Gómez Campiño.
En la narrativa pensaría que están sucediendo cosas muy interesantes. Estamos a la expectativa de un auge editorial de novelas y libros de cuentos que encuentran en autores como Edgar Caicedo, Juan Carlos Pino, el recientemente fallecido Johan Rodríguez Bravo o escritores más jóvenes como Rubén Varona y Manolo Gómez, nombres que estoy muy seguro van a contribuir en ese sentido. Sus obras hasta ahora son inéditas pero creo que pronto se publicarán. Pienso que son aportes significativos para robustecer una tradición, en el caso de la narrativa, poco visible pero que yo considero importante dentro de la literatura regional.
Evidentemente hay futuro. Incluso estamos ahora desarrollando dos ofertas editoriales en términos de la literatura y también del ensayo académico: uno liderado por el poeta César Samboní, que es una colección literaria que se llama Estuario, y otra que coordino yo y que se llama Ediciones Axis Mundi, en el cual estamos trabajando parar lograr editar y en ese sentido dar a conocer obras de nuestros escritores y en particular de la narrativa.
Contacto: wabella@unicauca.edu.co